Se planteaba como uno de los días de rodaje más duros. Ha acabado siendo uno de los días de rodaje más duros. Condensar en el Café Teatro Picasso todas las escenas en un único día y con el tiempo limitado daba, como mínimo, vértigo. Giuseppe estaba nervioso y exigente como nunca, y como solemos tender a la mimetización, todo el equipo acabó nervioso. Podría cruzarme por los pasillos con Babeth oirle tararear el réquiem de Mozart o alguna canción de la banda sonora de los chicos del coro. Alguna vez incluso juntaba sus pulgares con sus índices y levantaba las muñecas. Para Iván Bertrán, Ruth y Xenia el trabajo tampoco era fácil: maquillar a Manuel y a Josep como mujer, tras haberles maquillado como chicos. Además de retocar a Jasp y a los extras que asistieron a la convocatoria para ocupar las mesas de público del espectáculo y las mesas del bar. Entre ellos Gerard Valdivia (no podía faltar), Adamo (ya iba tomando nota de cómo podría ser el rodaje en su casa y qué dejaríamos de ella) y algunas alumnas de la academia Nancy Tuñón entre otros.
Convertir a LLUÍS en Cocó Champagne no fue nada fácil. No sólo respecto al problema corporal (no sé si recordáis el episodio de la braguita días atrás). Esta vez las maquilladoras tuvieron el privilegio de observar, mientras le maquillaban, cómo la flor de su secreto asomaba por la entrepierna). Además de eso era encontrar, según indicaciones de Giuseppe, la base perfecta para su color de piel, que le ocultaran los síntomas de las hormonas masculinas, pero no demasiado ya que el chico era primerizo y tenía que notarse que todavía no ha aprendido a caracterizarse. Encontrar la pasta que le ocultaran sus prominentes cejas y convertirle finalmente en una artista. También tuvo problemas con sus tetas, que al parecer se le caían, pero Iván le tranquilizó diciendo que era normal, que a Ana Obregón también le pasaba eso. Ruth y Xenia pintaban sobre la cara de Josep mientras Iván le echaba sus polvos al resto de extras. No hace falta que comente más aunque algún extra sí que nos regaló más de un doble sentido, como preguntar si puede correrse con la mesa, si apoya la idea pero que no empuje demasiado, etc. Marcus vino de visita. Era normal que quisiera ver la actuación de su hijo en la ficción. Manuel daba vueltas encima del escenario ensayando de forma mental su monólogo, gesticulando y moviendo el guión a modo de espanta moscas. Matías, el dueño del Teatro, viajaba desde la barra hasta el set de maquillaje controlando que todo esté bien, que no se necesita nada y, sobre todo, que vamos bien de tiempo. Empezamos a rodar una primera escena del bar con Jasp donde Ruth nos hizo de extra. Matías le servía un refresco sin haberlo pedido previamente (la magia del cine). Tras la escena del bar comimos y después del avituallamiento entramos en el teatro para rodar el monólogo de Manuel. Estaba nervioso, se le olvidaban algunas frases aunque tenía perfectamente el hilo conductor. Lo tenía tanto que cuando salió empezó a improvisar y, bueno, premio al mejor guión adaptado desde lo que surja (de ahí). Aunque fue perfecta en interpretación no lo fue tanto en cuanto a seguimiento. Yo, porque no tengo que hacer el montaje, pero se las verán y se las desearán para conectar las tomas que se rodaron.
Mientras esperábamos la aparición de Cocó Champagne (la auténtica Coco, coreógrafa del número, también asistió), Giuseppe quiso grabar las expresiones de los extras y sus carcajadas como si Manuel siguiera en el escenario. Nunca he visto a gente tan aplicada. Después de cantar “¡acción!” o sucedáneos como “¡maricón!” o “lo que he dicho antes” reían a más no poder como unos auténticos autómatas. Roberto Picasso, que ya hacía minutos que estaba maquillado y preparado, nos hizo de maestro de ceremonias y presentador de la nueva estrella del espectáculo. Todo nuestro cansancio y el nerviosismo acumulado se vio recompensado cuando salió Josep, bueno LLUÍS, bueno, Cocó Champagne al escenario para interpretar su canción. Todavía con problemas de equilibrio sobre los tacones, tuvimos que retirar las escaleras de donde debía bajar, modificar algunos pasos e incluso falsear alguna altura. El resultado en directo y en pantalla fue impresionante. Se ha convertido en una de las escenas que más deseo ver en el montaje final.
Acabamos contra reloj en el camerino y esta vez era Matías quien hacía, como extra, de él mismo. Nunca me alegré tanto de oír el “hemos acabado”. Mañana toca otro día difícil. El rodaje en el bar O.M. con TONI. Se incorporará Juan como director de fotografía. Buen inicio en la serie. En un sitio tan oscuro a ver qué y dónde ilumina.Cenzo Álvarez De Haro
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