14 horas. Restaurante Marquette. Nos abren el local para rodar un flashback que relata cómo se conocieron IVÁN y ÁLEX.Fabrizio, el dueño del local, nos facilita el trabajo y nos hace un excelente papel de anfitrión. Bebidas de todo tipo para saciar nuestra sed, platos muy bien presentados para llenar las mesas en las que vamos a rodar, espacios habilitados para maquillar y para descansar… Él e Iván Bertrán nos harán de extras junto con diez personas más, todas aguantando admirablemente lo tedioso que a veces, puede resultar un rodaje. Como nota triste tengo que informar que Marcelo finalmente ha sido baja, no sé si porque su límite se sobrepasó ayer en la escena de la sauna o por la incompatibilidad de horarios con su trabajo (entiendo que dormir una hora los fines de semana durante nueve semanas no sea de lo más saludable). Guardando un minuto de silencio y ya metidos en faena decidimos qué extras deben estar sentados en qué mesa y con quién, y cuáles de ellos podrían ser amigos de ÁLEX y cuáles amigos de IVÁN. Con la aparición de la estrella de la tarde, Luna, no hubo duda: - tú tienes que ser amiga de IVÁN-. Ella, como la Agrado , nos ayudó a hacer el rodaje más agradable y no exento de ocurrencias. Las historias que contaba Mariana, su madre (que bien podía ser su hermana) mientras el vino de las mesas bajaba y Fabrizio reponía, me dieron más de una idea para más de un guión. La escena en sí, sin diálogo, llena de movimientos laterales de la cámara, de planos y contra planos (con lo que nos gusta eso), de iris abiertos (que nos gustan todavía mucho más) y barridos que servían de lenguaje fílmico que dirán al espectador, junto con el juego de miradas entre ÁLEX e IVÁN, cómo se atrajeron ambos y cómo sucumbieron al deseo (escena que no puedo relatar y que dejo para ser descubierta en el visionado del tercer capítulo de la temporada).
Una vez rodada y ya sin extras Fabrizio dispuso un catering de aúpa que nos debía servir de merienda-cena ya que pasaríamos la noche bajo un edificio de la ronda litoral rodando una mamada. Sí, lo que leen. Jasp (nuestro MIGUEL el que recibe los honores) llegó con su traje perfectamente planchado y blindado en un guarda trajes. Josep llegó para ser convertido en mujer (a nivel maquillaje, se entiende) e intentar, sin mucho éxito, esconder su apéndice masculino entre unas bragas que se resistían. Marcus (en la serie FRANCESC el padre de LLUÍS) y su bigote también se presentaron para ser asesorado por Laia (flamante incorporación al rodaje) sobre cómo debe vestir un hombre tan decente como él. Iván Yáñez, que tenía que rodar mucho mas tarde, también se presentó para hacernos las veces de chófer y ceder su coche como unidad de desplazamiento. Ésta vez se comportó y arrancó cuando debía de arrancar. Comidos, maquillados, con apéndices escondidos (menos el de Jasp que estaba preparado) nos vamos en caravana hacia el Port Olímpic. Giorgio (aka hormiga atómica) y su Vespa abrían camino aunque tengo que reconocer que tenía ciertas dudas respecto al recorrido.
- ¿Aquí es donde vamos a rodar?- pregunté mientras aparcábamos.
- Sí, ¿por?- respondió Giuseppe.
- Hay jovencitos jugando a futbol en el parque. ¿Qué hacemos con ellos?-
- Cenzo, no me hagas recordarte tu historial amoroso.- sentenció Iván Yáñez.
Dudas disipadas. No hay más preguntas.
Josep prueba caminar sobre sus tacones, recibe un par de insultos de algún que otro poligonero que se cruza con él y sabiamente responde la máxima aprendida de que “todo el que critica algo de este estilo es porque, en el fondo, le gustaría que le fol……an (*censured)”. Laia estuvo toda la semana buscando unos tacones adecuados para Josep. El tema es que los únicos que pudo encontrar que hiciera juego con el vestido eran del 42 y Josep calza un 44, así que su esfuerzo interpretativo estuvo más que probado. Sobre todo cuando pedía a Giuseppe si podía quitárselos entre corte y corte y él le espetaba: “no, que se te hinchan los pies”. Así que con el 42 se subió al coche, hizo su trabajo, se bajó del coche, Jasp dijo sus frases y se nos hizo de noche. Con la iluminación led a todo lo que daba, con la tensión por las nubes y el agotamiento más que visible, sobre todo en la cara del artista. Me encantó saber que a Jasp le encantaba el personaje que interpretaba “por su carácter de cabrón y por lo mucho que le transmitía”, a lo que Iván Bertrán respondió al ver mi cara: “si sólo tiene dos frases”; y yo le respondo: “es que sé elegirlas muy bien”. El ego que nunca esté de menos. Iván también nos dejó claro lo buen narrador de historias que es. Acabamos otro fin de semana dando por buenas las escenas últimas (impresionante en interpretación una de ellas), teniendo en cuenta que el metro cerraba y la mayoría de la gente tiene vida fuera del rodaje, aunque ahora tampoco se viva ya fuera del mismo.
Cenzo Álvarez De Haro
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