11 de marzo de 2011

Diario de Rodaje - NOTAS DE RODAJE

Acabamos el primer borrador del guión a principios de marzo de 2010. Justo por esas fechas ya se estaba moviendo el casting de los actores. De hecho en esas dos semanas de casting fue cuando se imprimió por primera vez una copia completa del guión (…) para realizar las pruebas de los actores sobre escenas reales de la serie. También fue en esas fechas cuando conocí en persona a Iván Codón. El contacto que tenía con él era a través de Giuseppe. Nunca contactamos directamente ni tuvimos feedback por mail, lo que me hizo pensar muchísimas veces (…) que Iván era un seudónimo de Giuseppe y que era el propio Giuseppe quien escribía esos episodios. Pero no, Iván existe. Tiene cara, identidad propia, camina, fuma y escribe como cualquier guionista. De esa primera noche en el auditorio del hotel donde reorganizamos algunas escenas y cambiamos algunos diálogos no ha pasado mucho tiempo. Nada teniendo en cuenta que en el momento en que escribo estas líneas el proceso de producción y rodaje ha finalizado y actualmente, mientras estoy ante mi portátil una tranquila mañana de agosto disfrutando de mis vacaciones, se está trabajando en la post producción.
Los tiempos estaban perfectamente marcados y las ideas sobre su exhibición planeadas. Gayxample no ha sido una creación cerrada a nadie y tampoco comprometida respecto a materiales, recursos económicos u otros factores de los que depende normalmente una producción cinematográfica. Lo limitado de los recursos ha potenciado la creatividad y ha promovido un proceso de trabajo en constante adaptación a los medios. Todos nos hemos embarcado en la experimentación de un “work in progress” que, a cada toma, nos ha ido enseñando que hay muchas formas de hacer cine y que éste no está sujeto al papel escrito (aunque sirva de ayuda y salvavidas). Un cine posible, real y, sobre todo, adecuado al mundo actual, influido por nuestro día a día y sabiendo aprovechar qué nos ofrecen las nuevas tecnologías, tanto en cuanto a la hora de producirlo, como en cuanto a su distribución y exhibición. En apenas tres meses se ha rodado un largometraje de más de dos horas. Un mes antes se cerró la selección de actores y casi por las mismas fechas se registraba el guión. Si uno se pone serio parece un proyecto de locos. Quizá sí que ha sido un proyecto de locos. Un loco llamado Giuseppe que habla de una idea a gente a la que no conoce, a gente que no se conoce entre sí y, por lo tanto, que nunca ha trabajado en conjunto. Un proyecto que contagia a todos. Que, cada uno a su modo, canaliza en base a su propia visión, su propio interés y las actitudes que desea y puede desarrollar en él. Una bola de nieve que, como un rumor, va creciendo y, a su paso, va haciéndose más grande, tanto a nivel de personal, de equipo, de gente que quiere implicarse, como en ambición de continuidad. Y no parar nunca. Pocas veces analizábamos qué estábamos haciendo. No hablo del rodaje en sí, las escenas a rodar o los problemas básicos de organización, localización o tiempo. Hablo de pensar en el propio proyecto. Saber la travesía por la que estábamos pasando y en el momento en que la estábamos ejecutando. Ahora, en mi retiro y desde la distancia física y temporal pienso en lo que se ha hecho y concluyo dos cosas. La primera es que el producto audiovisual, el producto artístico, está totalmente influido de forma inconsciente por el tiempo en que se crea. Hemos realizado un producto actual, tanto en cuanto a lo que narra como en cuanto a la forma de filmarlo. La segunda es que con locos como nosotros que ponen una entrega ciega, implicación sin límites y que creen en lo que hacen se puede ser capaz de realizar cualquier cosa que nos propongamos. El resultado final y cómo sea acogido por el espectador ahora no ocupa lugar. Podemos soñar con el mejor o el peor de los escenarios. Lo que ahora es un hecho es que el sueño que nació el pasado mes de noviembre ya está realizado.


Cenzo Álvarez De Haro

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